lunes, 24 de febrero de 2014

Conflicto en Siria







Permitiéndole crear una estructura política compleja, después de su independencia desde 1949 hasta 1954, Siria ya tenía un Jefe de gobierno asesinado, dos revoluciones y un golpe militar, lo que obliga al país a experimentar un cambio en su política. En 1970,  cuando Hafez Al-asad toma el poder por medio de un golpe de estado llevando el gobierno a un partido socialista por tres décadas.

La transición del poder de Hafez a su hijo, Bashad, fue producto de un referendo que tiene resultados cuestionados. Con el nuevo gobernante, la situación de la oposición y de las fuerzas de la izquierda política ha sido difícil debido a detenciones arbitrarias, ejecuciones extrajudiciales y censura ideológica. Amnistía Internacional habla de alrededor de 17.000 desaparecidos desde la década de 1970 y algunos intelectuales de izquierda, que incluso militan en la causa pro-liberación Palestina, han sido expulsados del país a Jordania y sus escritos han sido censurados.

El gobierno de All-Assad no es del todo una víctima de las garras imperialistas. Evidentemente, la coyuntura no corresponde a una nación que, junto con su gobierno, está siendo asediada por las potencias de Occidente.

En este contexto, las movilizaciones populares son más que justificadas y necesarias. El replanteamiento de algunas políticas económicas y fuertes cuestionamientos a la exclusión política fueron protagonistas de estas movilizaciones en Siria. Pero estas reivindicaciones no se traducen en los motivos de conflicto dentro de la guerra civil. La equiparación de los participantes de las movilizaciones populares a los actores armados dentro de la guerra civil carece por completo de sentido. "Los rebeldes” no es más que un eufemismo y una grosera generalización porque éstos no son homogéneos y ni siquiera el autodenominado Ejército Libre de Siria tiene la capacidad de recogerlos ni tampoco de encarnar del todo un proyecto de nación alternativo y democrático.


Los efectos de la guerra civil han involucrado a países vecinos de Siria. Los refugiados del conflicto han ido a parar a Turquía, Jordania e Irak. Los refugiados han sido fuente de tensión diplomática entre estos países. Damasco ha denunciado que el gobierno turco arma y entrena mercenarios en algunos campos de refugiados, mientras que Turquía y Jordania denuncian al gobierno Sirio por no hacerse cargo de sus ciudadanos y violar los Derechos Humanos.

Pero no sólo en sus efectos el conflicto ha involucrado a los vecinos de Siria. La ubicación del país y los intereses geopolíticos del medio Oriente y el conflicto árabe-israelí, hacen del conflicto sirio un problema regional.

Los conflictos entre Israel y Siria son de vieja data. El gobierno de All-Assad padre e hijo, gracias a su influencia ideológica nacionalista árabe siempre ha visto a Israel con ojos hostiles, reforzando su punto con el conflicto en los altos del golán y el recuerdo de la guerra de los seis días en 1967. Israel se entiende como la presencia de Occidente en tierras musulmanes. Si a esto agregamos que, durante la última década, Occidente (es decir, Estados Unidos) ha tenido una postura más o menos explícita de rechazo al Islam, los nacionalismos árabes tienen fuertes razones para pensar que Occidente, y por ende Israel, tienen la intención de acabar con su cultura y sus costumbres religiosas.

Esta confrontación militar con componentes religiosos y culturales es clara en los sucesos recientes. Los diferendos históricos con Israel entran a ser parte fundamental en la guerra civil actual, sobre todo cuando el sector exiliado de Siria ha recibido apoyo por parte de Estados Unidos e Israel, al menos explícitamente en declaraciones diplomáticas e implícitamente en lo financiero y militar.

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