Permitiéndole
crear una estructura política compleja, después de su independencia desde 1949
hasta 1954, Siria ya tenía un Jefe de gobierno asesinado, dos revoluciones y un
golpe militar, lo que obliga al país a experimentar un cambio en su política.
En 1970, cuando Hafez Al-asad toma el
poder por medio de un golpe de estado llevando el gobierno a un partido socialista
por tres décadas.
La
transición del poder de Hafez a su hijo, Bashad, fue producto de un referendo
que tiene resultados cuestionados. Con el nuevo gobernante, la situación de la
oposición y de las fuerzas de la izquierda política ha sido difícil debido a
detenciones arbitrarias, ejecuciones extrajudiciales y censura ideológica.
Amnistía Internacional habla de alrededor de 17.000 desaparecidos desde la
década de 1970 y algunos intelectuales de izquierda, que incluso militan en la
causa pro-liberación Palestina, han sido expulsados del país a Jordania y sus
escritos han sido censurados.
El
gobierno de All-Assad no es del todo una víctima de las garras imperialistas.
Evidentemente, la coyuntura no corresponde a una nación que, junto con su
gobierno, está siendo asediada por las potencias de Occidente.
En
este contexto, las movilizaciones populares son más que justificadas y
necesarias. El replanteamiento de algunas políticas económicas y fuertes
cuestionamientos a la exclusión política fueron protagonistas de estas
movilizaciones en Siria. Pero estas reivindicaciones no se traducen en los
motivos de conflicto dentro de la guerra civil. La equiparación de los
participantes de las movilizaciones populares a los actores armados dentro de
la guerra civil carece por completo de sentido. "Los rebeldes” no es más
que un eufemismo y una grosera generalización porque éstos no son homogéneos y
ni siquiera el autodenominado Ejército Libre de Siria tiene la capacidad de
recogerlos ni tampoco de encarnar del todo un proyecto de nación alternativo y
democrático.
Los
efectos de la guerra civil han involucrado a países vecinos de Siria. Los
refugiados del conflicto han ido a parar a Turquía, Jordania e Irak. Los
refugiados han sido fuente de tensión diplomática entre estos países. Damasco
ha denunciado que el gobierno turco arma y entrena mercenarios en algunos
campos de refugiados, mientras que Turquía y Jordania denuncian al gobierno
Sirio por no hacerse cargo de sus ciudadanos y violar los Derechos Humanos.
Pero
no sólo en sus efectos el conflicto ha involucrado a los vecinos de Siria. La ubicación
del país y los intereses geopolíticos del medio Oriente y el conflicto
árabe-israelí, hacen del conflicto sirio un problema regional.
Los
conflictos entre Israel y Siria son de vieja data. El gobierno de All-Assad
padre e hijo, gracias a su influencia ideológica nacionalista árabe siempre ha
visto a Israel con ojos hostiles, reforzando su punto con el conflicto en los
altos del golán y el recuerdo de la guerra de los seis días en 1967. Israel se
entiende como la presencia de Occidente en tierras musulmanes. Si a esto
agregamos que, durante la última década, Occidente (es decir, Estados Unidos)
ha tenido una postura más o menos explícita de rechazo al Islam, los
nacionalismos árabes tienen fuertes razones para pensar que Occidente, y por
ende Israel, tienen la intención de acabar con su cultura y sus costumbres
religiosas.
Esta
confrontación militar con componentes religiosos y culturales es clara en los
sucesos recientes. Los diferendos históricos con Israel entran a ser parte
fundamental en la guerra civil actual, sobre todo cuando el sector exiliado de
Siria ha recibido apoyo por parte de Estados Unidos e Israel, al menos
explícitamente en declaraciones diplomáticas e implícitamente en lo financiero
y militar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario